jueves, 18 de diciembre de 2008

¡Aguanten los todocaminos! (payasada)

Las fuerzas armadas involucradas en la segunda guerra mundial desarrollaron vehículos livianos y ágiles, que permitían transportar soldados y cargamento a través de los peores terrenos. El primer uso real del Escarabajo alemán fue el combate, en tanto que el Jeep original es obviamente producto de la guerra. Pero luego los ánimos militares se enfriaron, y salvo las excepciones obvias de los posguerreros Mercedes-Benz Clase G y Land Rover Defender, todo ese conocimiento se volcó a los autos para civiles.

Los citadinos con plata de sobra podían intimidar al vecino comprándose un monstruo de cinco metros de eslora largo por dos de manga ancho y calado alto. Sumado a la sensación de seguridad al volante -el resto de los mortales quedaban medio metro por debajo de la vista-, eso compensaba largamente la incomodidad para estacionar, el mayor gasto en combustible... y la inseguridad real.

Muy pocos usuarios efectivamente aprovechaban los neumáticos de tacos, la suspensión reforzada, y la tracción a las cuatro ruedas con diferenciales bloqueables y caja reductora. A lo sumo, los dueños de los todoterrenos se veían enfrentados a obstáculos tales como lomos de burro, cordones de la vereda, pasto podado y peatones, todos fácilmente sorteables.

Sin embargo, a medida que la conciencia ecológica fue tomando fuerza, las crisis económicas achicaron los presupuestos en transporte y los clientes pidieron más comodidades a sus tanques, las marcas fueron aburguesando lo que décadas atrás habían sido máquinas de guerra. Los chasis pasaron de ser de largueros a monocasco; la suspensión se adecuó al asfalto; el perfil de los neumáticos adelgazó; la rueda de repuesto se escondió bajo el piso del baúl; y los motores... continuaron ganando potencia y cilindrada. Como consuelo, los todoterrenos más pequeños se multiplicaron.

En los últimos diez años, prácticamente todas las marcas europeas de gran producción agregaron todocaminos a sus gamas. Las estadounidenses y japonesas, que ya venían fabricando todoterrenos en serio desde hace décadas, desarrollaron gamas paralelas o reemplazaron sus modelos puros y duros por otros impuros y blanditos.

Sólo los fanáticos del barro y las rocas desprecian la falta de aptitudes de estos modelos nuevos. Para demostrarlo, los denostan mediante motes despectivos tales como todoterreno trucho y todoterreno ligero, pese a que muchos siguen pesando mucho. Por el lado de los departamentos comerciales, inventaron una multitud de términos comerciales con sus correspondientes siglas: crossover utility vehicle (CUV), sports activity vehicle (SAV), off-road light (esto es un sudaquismo), soft-roader, etc.

Como dice el título del artículo, mi palabra favorita para describir a los todoterrenos sin cualidades de todoterreno es todocamino, ya que estos autos están pensados para circular por todo tipo de... caminos. Y como dice el título, muchos de ellos me gustan mucho.

Esta historia continuará...

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